avón llama

En el anuncio una chica preciosa con falda plisada, agitando la melena, llamaba a tu puerta. Tú sabías, a pesar de la distancia del blanco y negro, que olía a gloria. Sonreía a pesar de cargar un enorme maletín. Avón llama, decía tu madre con voz impostada desde la cocina, y tú sonreías más que la chica. Pero al abrir, en el descansillo, una gorda sofocada se secaba el sudor con un pañuelo de hombre. El maletín lo escondía en un cesto, las manos le olían a lejía. Nunca la vi maquillada. Es de pueblo, justificaba mi madre después de comprar desodorante y algún perfume con forma de figura de porcelana. Es lo último, perfume en crema, dijo la gorda. Se me abrieron los ojos, siempre fui una novelera. La cabeza del broche también se abría, el perfume olía a limón. Nunca me lo puse, pensé que las niñas del colegio se reirían de mí. Me lo pongo ahora. Si alguien se ríe, mejor.