bimbo vs panrico

No sólo de pan Bimbo vivíamos entonces, también había Panrico. Claro, que Bimbo tenía un osito panadero además de todos aquellos preciosos cromos. Mis favoritos eran "El show de la pantera rosa y el tigretón", sobre todo la última página del álbum donde decía "El apoteosis" (palabra misteriosa donde las hubiera y que siempre me sonó a apocalipsis). Pero Panrico supo ver más allá. Sus niños, nosotros, nos hacíamos mayores, y un tigre con pajarita y canotier ya no engañaba a nadie. Panrico sacó el álbum "Las cien mariposas más bellas del mundo" (en relieve, decía el subtítulo). Aquel anunciado relieve no era más que un efecto irisado que, sí, hacía a las mariposas deslumbrantes. Pero lo que es relieve, ninguno.

Había que comer muchos Tronkito, Mío, Furia y Kandy, para tenerlas todas. Si a eso sumamos que yo todavía desayunaba galletas Vigor, es fácil deducir que sólo llegué a juntar veinte. Mi favorita era una enorme mariposa amarilla: Policaón, de Guyanas y Brasil.

Bimbo contraatacó con aquellas magníficas entregas de "El porqué de las cosas" y "El libro de las adivinanzas" con las que caí rendida al simpático osito.

Muchos años después, en un hotel de Brasil junto a las cataratas de Iguazú, al salir olvidé cerrar la ventana. A la vuelta encontré la habitación llena de mariposas. Todas en relieve, ninguna Policaón.